Jong sobre Sexton


Si muero antes de despertar, antes de que estas palabras aparezcan impresas, que se sepa que he dado instrucciones a mi hija, a mi esposo y a todos mis psiquiatras para que publiquen todos los artículos, transcripciones y cartas que consideren relevantes para mi vida como escritora. No pretendo con ello subvertir la privacidad de nadie, ni que mis instrucciones personales se conviertan en política pública. Soy poeta, no abogada ni legisladora.

Así podría haber escrito Anne Sexton en vísperas de su muerte en 1974, y así escribiría yo, siguiendo su ejemplo.

«Todos escribimos un poema colectivo», le gustaba decir a Anne. «No es mío ni tuyo, sino el poema de Dios». Creía en un río de imágenes compartidas. Y creía que solo somos las voces de un dictado divino.

También creía que su dolor personal solo se redimía compartiéndolo, que su vida solo era valiosa si podía ayudar a otros escribiendo sobre ella. Sabiendo esto, creo que sus hijas y su ex psiquiatra, el Dr. Martin Orne, actuaron en consonancia con su inspiración al decidir poner sus grabaciones de terapia a disposición de su biógrafa, Diane Middlebrook.

Sé que hay quienes temen la pérdida de la privacidad médico-paciente como resultado del ejemplo de Anne Sexton, y comprendo sus temores. Pero este fue un caso muy particular: una poeta que valoraba compartir este río común de metáforas por encima de su propia y estrecha intimidad, una poeta que veía la poesía como una forma de sanación.

Anne Sexton fue una persona excepcional y generosa, tanto como poeta como persona. Durante mucho tiempo, su exceso y franqueza perjudicaron su reputación como crítica. En Francia se dice que los escritores sufren una década de purgatorio crítico tras su muerte. Anne ha soportado casi dos décadas. Ahora, con este nuevo "escándalo", es posible que se la vuelva a leer como la poeta excepcional que es.

Creo que su indiferencia hacia los conceptos tradicionales de privacidad fue parte de lo que le permitió escribir como lo hizo, rastrear la pesadilla hasta su guarida, montar su escoba de bruja hacia la metáfora pura. Como me dijo una vez: «Sí, los poemas son excesivos, pero yo soy una persona excesiva».

Me alegra cualquier controversia que haga que los poemas de Anne se vuelvan a leer. Se lo merecen. Y conociéndola como la conocía, estoy seguro de que habría recibido con agrado estas revelaciones. Para ella misma, claro. No se las habría impuesto a otros contra su voluntad.

Los precedentes sobre la privacidad siempre son controvertidos. ¿Qué control tendrán el Estado, la ley y el bien común sobre lo que sabemos sobre lo que ocurre en la terapia de un poeta, el útero de una mujer o la consulta de un abogado con su cliente? Las nociones de privacidad están cambiando en estos y muchos otros ámbitos.

Ann Sexton creía que cada individuo debía tener la libertad de determinar su propia noción de privacidad. Al igual que Freud, Joyce y Shakespeare, exploró el inconsciente de la única manera posible: utilizando el yo como laboratorio.

Los artistas tienen pocas opciones en este asunto. Su humanidad es su capital, que pueden invertir o derrochar según su musa. Es imposible ser un verdadero poeta y al mismo tiempo adherirse al dios de hojalata del decoro doméstico. El poeta no elige su tema; se entrega a él.

Así que necesitamos saber todo lo posible sobre esa entrega. Si las grabaciones de terapia nos enseñan, y si la poeta y sus herederos las publican, que se escuchen. En cuanto a quienes quieran borrarlas, ¡que borren sus propias grabaciones!

En general, el mundo ha sido más herido por los silencios, las cintas borradas, los discos reescritos y los documentos destruidos que por las revelaciones del corazón.

¿Acaso algunas personas denigran las revelaciones de Anne Sexton por ser mujer? Las revelaciones de las mujeres se consideran invariablemente menos valiosas que las de los hombres. Al fin y al cabo, las mujeres se revelan constantemente y su individualidad a menudo se califica de egoísmo, como si fuera una presunción que una mujer tuviera un yo.

Si el poeta Robert Lowell hubiera dejado estas cintas de terapia, ¿nos alegraríamos o las denunciaríamos? Sospecho que trataríamos sus "restos literarios" con mayor respeto.


ERICA JONG, Anne Sexton's River of Words, The New York Times, 17 de agosto de 1991 (AQUÍ)

Tres poemas de Elisa Biagini, traducidos por Andrea Livini y Joaquím Brotons


Déjate una semilla en la mano
que te crezca en las venas, que
sobreviva a las tinieblas: 

te rehaga
el dedo que tienes
cortado por cada
uno de tus muertos.

(Clonada de las orejas

nuevamente en la plaza)


• • •


¿Qué foto escogeremos?

¿A qué edad has sido más tú
misma con el cerebro que crecía

sobre las cosas, ciudad-estado de meninges
y sangre? Ojalá ojeando

el álbum de los genios, o leyendo
la memoria en los cabellos, a ti, ya sin

zapatos, nariz al aire, callada en
una habitación sin muebles, la

mantequilla ya no más fundida
sobre la frente; más magra

de casi 21 gramos.

Si las cenizas serán
pasto de un árbol (y tus

empastes mis botones),
haré la foto a aquel, que te

hará crecer de nuevo el cerebro, ciudadela
de raíces y hojas.


• • •


Reducidos,
apartados por
los líquidos

y entonces yo corto
los tallos a los
cuchillos
como a las flores
de los días

yo Blancanieves,
corto las piernas
a las sillas.

Para vosotros secados
los platos de fruta
son bandejas.


ELISA BIAGINI, antologada por Giuliano Ladolfi en La obra común, Ediciones Bassarai, Vitoria-Gasteiz, 2004, págs. 58-65.

Wharton sobre Brontë


Sinclair Lewis no es el único creador de seres vivos que tenemos entre los novelistas modernos, pero yo le he escogido como símbolo porque la línea que sigue —aunque corre el peligro de convertirse en rodada— me parece genuina. En su búsqueda de materiales ha seguido el consejo de Goethe y ha hundido su mano en las profundidades de la naturaleza humana y creo que el mayor error de los jóvenes novelistas, de cualquier escuela, ha sido imaginar que los personajes anormales o excesivamente dotados ofrecen un campo más rico que las variedades normales y corrientes. Emily Brontë era una mujer de genio, pero si hubiera vivido más y hubiera tenido más contacto con la realidad habría conseguido sacar de la vida cotidiana en la parroquia de Haworth un libro más profundo y conmovedor de lo que lo hizo retratando una casa de locos. Dostoievski, en El idiota, también abordó el estudio de personajes anormales, pero los mezcló con otros normales, como suele hacer la vida. Y precisamente así fue como demostró que su principal interés para el lector radicaba no tanto en su caso particular sino en sus reacciones trágicas y destructivas hacia lo normal. Y los lectores que, a pesar de la admiración que sienten por Cumbres borrascosas a veces encuentran dificultad en separar a Heathcliff de Earnshaw y a una Catherine de la otra, no olvidarán fácilmente la presencia viva del príncipe Mishkin y su extraña vigilia con el asesino junto al cadáver de Nastasia.


EDITH WHARTON, Criticar ficción, Páginas de espuma, 2012, Madrid, traducción de Amelia Pérez de Villar, págs. 75 y 76.

Leon sobre Christie


Los modelos de Donna Leon son Rendell, Hammett, Highsmith... "leí un Carvalho una vez, pero... No he leído tampoco a Camilleri, no voy a leer más novelas del género si no me pagan". ¿Y Agatha Christie? Frunce el ceño: "Es genial para las personas que sólo buscan el efecto sorpresa, pero su prosa es muy pesada. Creo que es una autora para leer solamente una vez".


DONNA LEON, entrevistada por Xavi Ayén en Venecia (junio de 2000) y Barcelona (septiembre de 2012), y recogido en La vuelta al mundo en 80 autores, La Vanguardia Ediciones, Barcelona, 2016, pág. 257.

Victoria Ocampo llama por teléfono a Ortega y Gasset para que elija un nombre para la futura y legendaria revista "Sur"


No sé, a la hora en que escribo, si conoce ya su nombre. Fue escogido por teléfono, a través del Océano. Por lo visto todo el Atlántico se necesitaba para este bautismo…

Teníamos varios nombres en la cabeza, pero no lográbamos ponernos de acuerdo.

Entonces llamé por teléfono a Ortega, en España. Esas gentes tienen costumbre de bautizarnos… Así, Ortega no vaciló y, entre los nombres enumerados, sintió enseguida una preferencia: SUR me gritaba desde Madrid.

Volví con ese nombre de mi pesca telefónica y lo clavamos con una flecha en la tapa de la revista.

Ahora la revista está en prensa.


VICTORIA OCAMPO, fragmento de Carta a Waldo Frank, Sur, Nº 1. Año 1, Verano 1931, Buenos Aires, págs. 14 y 15.

Dos poemas de "Descripción de un naufragio", de Cristina Peri Rossi


Porque soy así,
de vino triste,
los amigos me rodean
guardan mis espaldas,
del mar, del mal.
Antes del tiempo justo
deserté.
Nacido en julios falsos
poco de mí quedaba ya
cuando llamaron a degüello.
Viejos clanes sonaban sus fanfarrias,
mi vino era triste,
mi amiga, visceral,
errantes navegaciones,
velas errantes,
sin carta, la eché a navegar.
Preguntaron por mí los generales.




ARMADOR


Aquel que construye un barco, una mujer.
En el bosque, selecciona la madera, seducido
por el olor de su corteza, la resistencia del duramen,
la blandura de la pulpa,
y suavemente lo va descortezando,
con dulces tirones arrancándole la piel,
después lo moja,
lo arrastra por la arena,
lo lleva al mar;
en la soledad murmuradora de la playa
-aves que gritan y hacen el amor,
olas que rumian arribando,
hoyos que dejaron los amantes y el agua no cubrió-
con el hacha le abre
una herida profunda que lo parte en dos
-por donde toda virginidad fluye-
y eligiendo la mejor mitad
erige el palo mayor,
aquel que sostendrá la arboladura
izará banderas
señalará la mujer.


CRISTINA PERI ROSSI (Montevideo, 1941), Descripción de un naufragio, Poesía reunida, Lumen, Barcelona, 2005, págs. 101-192.


Freixas sobre Woolf


Que Virginia Woolf es una maravillosa novelista, todo el mundo lo sabe; pero no siempre somos conscientes de que esta maravillosa novelista es también una maravillosa cuentista, diarista, autobiógrafa y ensayista. La calidad de sus ensayos (en el sentido inglés, que incluye los artículos), como los que ocupan estas páginas, es evidente: por algo se han traducido a tantas lenguas, por algo se siguen editando. Pero ¿en qué consiste, exactamente?, ¿cuál es su secreto? Yo creo que es doble. Por una parte, el impecable razonamiento que los sostiene, tan cartesiano, tan bien trabado; por otra, la engañosa suavidad de su envoltorio. ¡Qué estilo tan natural, tan sencillo! ¡Qué elegante ironía! ¡Qué tono coloquial pero mundano, como de charla en un salón!... La frase que mejor define, para mí, los ensayos de Virginia Woolf, es la famosa imagen con que Bernadotte (un militar francés convertido, en 1818, en rey de Suecia) explicaba cómo había que gobernar a los franceses: «Una mano de hierro en un guante de terciopelo».

Argumentación de hierro, estilo de terciopelo. Tan extraordinario es el contraste, que a la misma Woolf le llamaba la atención, y así lo explica en Momentos de vida, su autobiografía inacabada y póstuma: "Cuando leo mis antiguos artículos en el Literary Supplement y observo su suavidad, su cortesía, su enfoque indirecto, le echo la culpa a mi entrenamiento para servir el té. Me veo a mí misma, no criticando un libro, sino ofreciendo bandejas con dulces a tímidos jovencitos y preguntándoles si quieren leche y azúcar".


LAURA FREIXAS, fragmento del prólogo a Las mujeres y la literatura, de Virginia Woolf, La Dragona, 2019, pág. 9.

Elizabeth Bishop descubre la cortisona


Bishop solía sentirse culpable por su modesta producción (apenas publicó un centenar de poemas a lo largo de su vida), y deseaba haber escrito más. Hubo un corto periodo de tiempo durante los cincuenta en que intentó acelerar el proceso creativo con estimulantes. Por aquel entonces ya se había marchado de Estados Unidos para irse a vivir a Brasil junto a su amante, la arquitecta Lota de Macedo Soares. Pero al instalarse en su nueva casa descubrió que su asma crónica había empeorado significativamente. Para paliarla, Bishop empezó a tomar cortisona, y descubrió unos efectos secundarios del fármaco que podían ser potencialmente beneficiosos para una escritora; producía insomnio mezclado con una especie de euforia creativa, una combinación que consideró que podría resultarle muy útil para seguir escribiendo los poemas y los relatos en los que estaba trabajando en ese momento. "Empezar a tomarla es absolutamente fantástico", aseguró Bishop al poeta Robert Lowell, su amigo íntimo y confidente. 
Puedes pasarte la noche entera escribiendo y al día siguiente sentirte estupendamente. Gracias a la cortisona, en tan solo una semana he conseguido escribir dos relatos. Cuando pasa el efecto no te sientes muy mal si sigues todas las recomendaciones, pero una vez no lo hice y estuve llorando durante un día entero sin motivo alguno. Ahora, espero que me ayude a terminar este poema imposible para H. Mifflin [su editor]... [...]. Pruébala algún día. Me parece que puede ir bien para todo.
Pero la euforia duró más bien poco, ya que Bishop enseguida empezó a preocuparse por los efectos que el fármaco estaba ocasionando en sus emociones y dejó de tomarlo. Parece ser que con el tiempo acabó aceptando su ritmo de trabajo paulatino e intermitente. Le gustaba citar a Paul Valéry: "Un poema nunca se acaba, solo se abandona".


MASON CURREY, Rituales cotidianos: las artistas en acción, Turner Publicaciones, Madrid, 2019, traducción de Marta de Bru de Sala.

Aldrich sobre Dickinson


Es evidente que la señorita Dickinson poseía una imaginación extremadamente no convencional y grotesca. Ella estaba profundamente influenciada por el misticismo de Blake y el manierismo de Emerson. Pero la incoherencia y la falta de forma de sus versos es fatal... Una excéntrica, soñadora reclusa, medio educada en un pueblo perdido de Nueva Inglaterra, no puede impunemente desafiar las leyes de la gravitación y de la gramática.


THOMAS BAILEY ALDRICH, palabras recogidas en una revista de la época publicadas en el prólogo de Enrique Goicolea a Poesía completa, Emily Dickinson, Amargord Ediciones, Madrid, 2012, traducción de Enrique Goicolea, pág. 14.

Doce "glorierías" de Gloria Fuertes


• • • DE madrugada beso mis dedos que saben a lápiz y a tabaco. 

• • • ME acerqué al mendigo y le pedí un autógrafo. 

• • • DIOS mete mucho ruido cuando nos llama.

• • • NUNCA nos morimos la víspera.

• • • ¡CUÁNTAS veces resucito!

• • • YO te amo por encima del muro.

• • • AL atardecer nos crece la inteligencia y la tristeza.

• • • LA envidia come y no traga. LA maldad muerde y no come.

• • • LA vida me ha enseñado todo, hasta el culo.

• • • HAY gente que se casa con un banco, y no de cuatro patas.

• • • CUALQUIER cargo es una carga.

• • • HAY escritores que escriben como pueden.


GLORIA FUERTES, antologada por Carmen Camacho en Fuegos de palabras: el aforismo poético español de los siglos XX y XXI (1900-2014), Vandalia, Barcelona, 2018.

Un poema de Adrienne Rich traducido por María Soledad Sánchez Gómez



ALGO roto     Algo
que necesito     Por alguien
a quien amo     El año próximo
recordaré qué era
Esta ira     irreal
                         y sin embargo
hay que soportarla
Que el sol se ponga
sobre esta ira
                       Continúo
sumergiéndome     en ella
La montaña late
En el bidón de aceite     cae
una bola de fuego.

El tiempo es pacífico     no rompe cosas
ni siquiera hiere     Las cosas peligran
por la gente     Las frágiles lámparas de arcilla
de Mesopotamia
filas y más filas bajo cristal
en la sección de etnología
pequeños orificios para aceite
seco     Los refugiados
con sus idénticas
historias de huida     No
colecciono lo que no puedo usar     Necesito
lo que se puede romper.
En la cama los añicos se reúnen
y las desavenencias se encubren     por el contrario
mi cuerpo es una lista     de heridas
colocadas simétricamente
un pueblo
reventado     por los aviones
que no     acabaron el trabajo
El enemigo se ha     replegado
entre incursiones     se ha hecho invisible
no hay
            mecanismos
                        de alivio
la oscuridad se vuelve absoluta
El sueño     resquebrajado y desconchándose
se cierne sobre el tembloroso     objetivo

Lo que se rompe     es la noche
no el día     La blanca
cicatriz     rasgándose
por el Este
La grieta supurante
Es hora de que los añicos
                                          retornen
sin decir palabra
                              unos junto a otros.

1968


ADRIENNE RICH, Poemas (1963-2000), Renacimiento, Sevilla, 2002, traducción de María Soledad Sánchez Gómez, págs. 55-57.


Una anotación del cuaderno de Marina Tsvetayeva


¿Qué hago en el mundo? - Escucho mi alma. Ni nacionalidades, amigo mío, ni estratos sociales. Dos razas: la de los dioses y la de las bestias. Los primeros siempre escuchan música, los segundos - nunca. Los primeros son amigos, los segundos - enemigos. Pero hay otra, una tercera: la de los que escuchan música una vez por semana. - «Los conocidos.»


MARINA TSVETAYEVA, anotación en su cuaderno en verano de 1917, recogida en Vivir en el fuego: Confesiones, Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores, 2009, traducción de Selma Ancira.

Janés sobre Shikibu


Pero hemos dejado atrás a la prosista Murasaki Shikibu, autora de La historia de Genji, esa gran novela galante que data del siglo X y ha sido comparada repetidamente con Don Quijote de la Mancha, de Cervantes, En busca del tiempo perdido, de Proust o el Decamerón de Boccaccio. La historia de Genji está escrita con tal agilidad y encanto que seduce irremediablemente al lector. Muchos de los temas que surgen en ella se independizarán luego pasando a otras obras, por ejemplo a piezas de teatro noh, una de las cuales, Aoi no Ue, trata de Genji, el príncipe resplandeciente, y su amante Rokujo, que, convertida en fantasma vampiro, martiriza a Aoi, la mujer de aquel, hasta darle muerte. En la novela, este episodio empieza con una reflexión de Rokujo. Pocos párrafos bastan para captar toda la sutileza y los matices de la escritura de Murasaki:
Aquella noche le llegó una carta:
«Aunque parecía que Aoi había mejorado, la situación ha cambiado y está peor que nunca. No puedo dejarla sola».

Las excusas de siempre, pensó Rokujo, pero le escribió:

Ahora me toca a mí deshacer el camino del amor
con las mangas húmedas,
y marchar más allá,
hacia los campos embarrados…
¡Lástima que tu pozo tenga tan poco agua!
Dos párrafos más adelante, Murasaki introduce, de modo progresivamente intenso, al fantasma vampiro:
En el palacio de Sanjo, el espíritu maligno se mostraba cada vez más activo y Aoi empeoraba a ojos vista. No faltaban rumores que apuntaban a Rokujo, insinuando que el espíritu torturador era el de ella o el de su padre, el difunto príncipe. 
Mientras, la acusada trataba de analizar minuciosamente sus sentimientos hacia Aoi […]. Empezó a tener un sueño recurrente: en la estancia magníficamente amueblada de una dama que Rokujo identificaba con su rival, ella la sacudía y la golpeaba violentamente… ¡Era terrible! A veces se preguntaba desconcertada, si su alma había salido de su cuerpo y estaba actuando por su cuenta. El mundo no solía hablar bien de gente que había hecho cosas mucho menos graves. Si Aoi moría, todos la señalarían con el dedo. No era infrecuente que los espíritus de los muertos, ofendidos en vida, continuaran arrastrándose por el mundo para vengarse. Siempre le había parecido algo odioso, pero he aquí que ahora le tocaba protagonizar una situación como aquella antes de morir…
Pasa luego la narradora a exponer los sentimientos del protagonista, con un estilo tan plástico que nos parece ver el cuadro completo:
Profundamente inquieto, Genji enviaba mensajeros a casa de Rokujo con mucha frecuencia.
Tampoco [en] su esposa, que le preocupaba mucho más, notaba signos de mejoría. […] La trenza larga y gruesa que caía por un lado de su rostro destacaba sobre el blanco de su camisa y la ropa de la cama. En aquella ocasión le pareció mucho más bella que cuando se presentaba ante él perfectamente vestida, pero glacial como un témpano, y le cogió la mano.
—¡Qué terrible!, —susurró la moribunda—. ¡Qué terrible resulta todo esto para ti! […]
Y con voz suave y afectuosa recitó:
—¡Cosed el dobladillo de mi vestido
para que no escape
el alma dolorida
que quiere huir a otra parte!
Aquella no era la voz de Aoi ni su modo de hablar. Genji advirtió súbitamente que la voz pertenecía a Rokujo y quedó petrificado. Había oído decir que aquellas cosas ocurrían, pero siempre le parecieron supersticiones solo aceptadas entre gente vulgar e ignorante. Y he aquí que, ante sus propios ojos, tenía una prueba palpable de que aquel fenómeno monstruoso que le habían contado resultaba perfectamente posible.
¿Si el narrador, en vez de Murasaki, hubiera sido varón, habría captado hasta tal punto la importancia del fantasma —los deseos reprimidos—, que tan bien se detecta a través de estas líneas?


CLARA JANÉS, Guardar la casa y cerrar la boca, Siruela, Madrid, 2015, págs. 40-42.

Ordine sobre Dickinson


There is no Frigate like a Book
To take us Lands away
Nor any Coursers like a Page
Of prancing Poetry –
This Travel may the poorest take
Without oppress of Toll –
How frugal is the Chariot
That bears the Human Soul.
No hay fragata como un Libro
Para llevarnos por esos Mundos
Ni Corceles como una Página
De encabritada Poesía —
Esta Travesía la puede realizar el más pobre
Sin la presión del Peaje —
Qué frugal es la Carroza
Que transporta al Alma Humana.

EL VIAJE MÁS BELLO ES LA LECTURA

Emily Dickinson está en lo cierto: no existe mejor medio para viajar que la literatura. Un libro puede conducirnos a lugares más remotos que cualquier bajel («No hay fragata como un Libro | Para llevarnos por esos Mundos»), del mismo modo que un poema puede hacernos marchar al galope mejor que un caballo de carreras («Ni Corceles como una Página | De encabritada Poesía»). Se trata, en cualquier caso, de viajes que no requieren dinero: a quien desea partir no le es preciso pagar un billete («Esta Travesía la puede realizar el más pobre | Sin la presión del Peaje»). Un libro es una «carroza frugal», simple, austera. Y el alma humana, que no se interesa por la comodidad del vehículo, sino por la aventura del viaje en sí, no dudará en dejarse transportar. En la poesía de Dickinson, sin embargo, el viaje provocado por la lectura no es el único que está en juego. Hay también el viaje que encarna la experiencia misma de la escritura. Y 1775 fragmentos—que componen la obra completa de la poeta estadounidense y que sólo vieron la luz, tras años de existencia manuscrita, con la edición de Thomas H. Johnson publicada en 1955—representan esta necesidad de impulsarse más allá de cualquier confín para explorar los meandros más oscuros y remotos del alma. Precisamente ella—que, en el momento más vivo de su creatividad, entre 1860 y 1865, se recluye en la casa paterna sin traspasar el jardín (en «Dulces montañas, vosotras no me mentís» [«Sweet Mountains — Ye tell Me no lie», 722] se autodefine como la «Monja Rebelde» [«The Wayword Nun»])—hace de sus versos los más eficaces corceles para viajar, sin peaje alguno, por su rico mundo interior y para ver lo que nunca ha visto («Yo nunca vi un Páramo — | Yo nunca vi el Mar — | Pero sé cómo es el Brezo | y qué es una gran Ola», 1052). Sólo la poesía, «una Casa más bella que la Prosa» que tiene «por Techo Eterno | Los Tejados del Cielo», permite a su múltiple «yo» recorrer los espacios infinitos para perderse y reencontrarse («Mi Trabajo — es Éste», 657). Pero también la poesía, como «carta al mundo», está destinada a realizar un viaje: aquel que, en el curso del tiempo, le permitirá dar alcance a sus ignotos destinatarios.


NUCCIO ORDINE, "Emily Dickinson: Ninguna fragata", recogido en Los hombres nunca son islas, Acantilado, Barcelona, 2022, traducción de Jordi Bayod Brau, págs. 163-165.

Un estudio llamado "efecto Sylvia Plath" afirma que la poesía atrae a mujeres propensas a la autodestrucción


Escribir poesía es perjudicial para la salud. Es al menos lo que se desprende de The cost of the muse: Poets die young, un estudio científico realizado por el profesor James Kaufman del Instituto de Investigación del Aprendizaje de la Universidad Estatal de California, en San Bernardino. Según el informe, publicado en el oscuro periódico Death Studies, los poetas mueren antes que los novelistas, los dramaturgos y los escritores de no-ficción. El doctor Kaufman llegó a esta conclusión luego de haber analizado el caso de 1987 escritores célebres muertos, oriundos de Norteamérica (incluyendo México y Canadá), China, Turquía y Europa de Este. Tras procesar varios diccionarios biográficos, halló el siguiente resultado: los poetas vivieron un promedio de 62,2 años, los dramaturgos estiraron hasta los 63,4; los novelistas por su parte llegaron a soplar 66 velitas, mientras que los más longevos resultaron los autores de no ficción, con 67,9 primaveras. “La imagen del poeta como una figura clásica, condenada a morir tempranamente, puede ser avalada por los hechos”, resume Kaufman. Y no son John Keats, fallecido a los 26 años, Lord Byron a los 36 o Rimbaud a los 37 entre tantos otros quienes van a desmentirlo.

A la hora de buscar una explicación a esta tendencia a vivir rápido y entregar un cadáver joven, Kaufman explica: “La poesía puede atraer a gente propensa a la autodestrucción. La poesía tiende a ser más introspectiva, expresiva y emotiva que la ficción y la no-ficción. Estar en un campo subjetivo y emotivo se asocia con la inestabilidad mental”. Y agrega: “Si uno rumia mucho, es más probable que se deprima, y los poetas se la pasan rumiando”. Este comportamiento se vería agravado por la soledad de su trabajo, un aislamiento que no comparten los dramaturgos, ensayistas o biógrafos, que necesitan interactuar con otros individuos que participan de su labor, rompiendo así el cerco del autoconfinamiento. Para el psicólogo, a esta razón hay que sumarle la “naturaleza mística de los poetas”, quienes creen muchas veces que su trabajo es el resultado del dictado de “una musa, una inspiración divina”. Por este motivo, quienes escriben versos atribuyen erróneamente sus poemas a una entidad externa, y no disfrutan del “crédito” de lo que han obtenido. Esto se traduciría en un “aumento del riesgo de depresión y de otros desórdenes emocionales”, principalmente “entre las mujeres con poca autoestima”.

Si el oficio de escribir es violento con los bardos, parece ensañarse particularmente cuando son de sexo femenino. En un trabajo anterior, The Sylvia Plath Effect: Mental illness in Eminent Creative Writers, James Kaufman había analizado el caso de 1629 escritores con signos de enfermedad mental. Esta vez concluía: “Se encontró que las poetas tenían una mayor propensión a sufrir enfermedades mentales que las escritoras de ficción o un escritor de cualquier tipo”. Un segundo estudio incluyó artistas visuales, actrices y políticas, con idéntico resultado. “Es lo que he llamado el efecto Sylvia Plath”, recuerda Kaufman, quien también podría haber bautizado el fenómeno “Alfonsina Storni” o “Alejandra Pizarnik”. Marcada por el suicidio del padre, cuando ella tenía tan sólo 8 años, la norteamericana Sylvia Plath se volcó tempranamente a la poesía, persiguiendo con obsesión la perfección del estilo. A los treinta años, luego de varias tentativas, escribió sus últimos versos y se suicidó.

Ante estas observaciones, James Kaufman se place en verificar el cliché del poeta maldito, que carbura con ajenjo, opio y sustancias varias hasta consumirse en un destello fulgurante. Admite como al pasar que otro factor que explica que los poetas figuren como muriendo más jóvenes, “es la notoriedad alcanzada a temprana edad, ya que producen a los veinte años el doble de obra que los novelistas”. Contrariamente al poeta, un novelista que desaparece a los 30 difícilmente deje en este mundo su obra magna, y por eso no aparece en las estadísticas.

En todo caso, Kaufman parece preocupado por la escasez de estudios empíricos sobre este asunto. Insta a “ayudar a las jóvenes poetas en peligro para que controlen a su musa en vez de ser tragadas por ellas”, antes de hacer un llamado cívico a los psicólogos para salvar a esta especie de rápida extinción. Nada dice James Kaufman sobre cómo podría afectar esta terapia a la calidad de la poesía.


ALEJO CHAPIRE, La sociedad de los poetas muertos, Página/12, 27 de junio de 2004. Todo el artículo AQUÍ.

Tennessee Williams sobre Jane Bowles


Llegamos a Gibraltar y allí conocimos a Jane Bowles, la esposa de Paul, a quien considero la mayor figura que ha dado la novelística norteamericana. Es probable que juzguen ustedes disparatada tal opinión, pero no tengo más remedio que sustentarla. Toda su obra respiraba una sensibilidad incomparable, que yo encuentro aún más conmovedora que la de Carson McCullers. Y era una chiquilla encantadora, rebosante de humorismo y afecto y que sufría unos curiosos y enternecedores accesos de pánico, que yo tomé al principio por puro teatro, pero cuya total autenticidad descubrí bien pronto. Y no es que quiera dar a entender, dios me libre, que el teatro no es auténtico en ocasiones.

A su muerte, ocurrida, tras una larga enfermedad, en un convento-hospital de Málaga, España, en 1973, Jane Bowles dejó un enorme vacío en la vida de cuantos tuvieron la dicha de conocerla. Sus obras completas, cuando aparecieron en un único volumen hace cosa de siete años, comprendían una novela de incomparable calidad, The Serious Ladies, una colección de cuentos breves como no los ha escrito de semejante sensibilidad otro autor de su época, y una pieza de teatro curiosamente estimada por debajo de sus méritos: In the Summer House. Tuve la fortuna de ver esa obra en su estreno en Estados Unidos, en el University Theatre de Ann Arbor, Michigan, protagonizada por la desaparecida Miriam Hopkins, que ofreció una soberbia actuación.


TENNESSEE WILLIAMS, Memorias, Bruguera, Barcelona, 1985, traducción de Antonio Samons, pág. 222.

Szymborska sobre Milosz


No a todos les salió bien la lectura, unos recitaban con un insoportable pathos, a otros se les cortaba la voz y las hojas temblaban en sus manos. De pronto anunciaron a un tal Milosz. Leyó sus poemas sin miedo y sin exagerar en la declamación. Como si pensara en voz alta y nos invitara a pensar con él. "Eso es", me dije, "es la poesía verdadera y es un poeta verdadero." Ciertamente fui muy injusta. Allí había dos o tres poetas más que merecían atención. Pero la excepcionalidad tiene escaños. Tuve el presentimiento de que había que levantar mucho la cabeza para llegar a Milosz.


WISLAWA SZYMBORSKA, fragmento de Timidez, artículo en que relata la primera vez que vio a Milosz, el 31 de enero de 1945 en un recital en Cracovia, recogido por ANNA BIKONT y JOANNA SZCZĘSNA en Trastos, recuerdos, Pre-Textos, Valencia, 2015, traducción de Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirós, pág. 594.

Parecidos y diferencias entre Djuna Barnes y Virginia Woolf


Virginia Woolf, en su infancia y adolescencia, fue víctima del deseo sexual de sus hermanastros. Aquello también la marcó profundamente y quizá fue el origen de una cierta frigidez, frente a la libido exaltada de Djuna, y de un matrimonio casi blanco, sin hijos, y su amistad especialmente íntima con algunas mujeres.

Djuna Barnes fue bisexual. Es difícil componer su larga lista de amantes, la mayoría hombres, y aunque se la tildó de homosexual, Djuna repitió hasta la saciedad que "nunca fui lesbiana, sólo amé a Thelma Wood". Se refería a una escultora de Missouri con la que mantuvo una larga, apasionada y tormentosa relación y a la que conoció cuando ya una veintena de hombres, o quizá más, habían sido sus amantes. Trasunto de Wood es Robin Vote, personaje de su casi legendaria novela El bosque de la noche. A Thelma está dedicada también Ryder, esa "obscena y burlona crónica isabelina de la familia Barnes".

Djuna tenía a la abuela Zadel como sustituto de la madre, que inclinó su afecto a los hijos varones; Virginia perdió tempranamente a la suya y la fue buscando en el amor de su hermana Vanessa, de Violet Dickinson, Vita Sackville-West, Ethel Smith... También se ha hablado y escrito mucho del lesbianismo de Virginia. Tal vez, parafraseando a Djuna Barnes, hubiera podido haber dicho: "Nunca fui lesbiana, sólo amé a Vita Sackville-West".

La inestabilidad mental, siempre me he resistido a llamarla locura, mejor acaso sus profundas depresiones, más intensas en la Woolf que en Djuna Barnes, podría ser otro punto de contacto entre estas dos escritoras a las que también tanto separaba: el alcoholismo de Djuna, su pobreza constante, exceptuando alguna etapa de esplendor económico, su belleza distinta...

Desde muy joven, la depresión fue casi el permanente estado de ánimo de Djuna que, al igual que Virginia, protagonizó varios intentos de suicidio. Sabido es que esta última acabó con su vida sumergiéndose en las aguas del río Ouse, cercano a su casa de Rodmell, con los bolsillos llenos de piedras, tomando todas las precauciones para no fallar una vez más. Djuna Barnes utilizaba toda clase de pastillas que tenía a mano, y "resucitó" más de una vez, y se alegró de volver a la vida. Una vida que afortunadamente fue larga, pues murió, como hemos dicho, a los noventa años.


ANA MARÍA NAVALES, Mujeres de palabra, SIAL, Madrid, 2006, págs. 97 y 98.

Jünger sobre Austen


Santorín, 20 de mayo de 1984

Una ventaja colateral del viaje: uno topa con libros que en casa, no digo que apenas habría apreciado sino que ni siquiera habría leído, como Emma, una novela femenina de época postnapoleónica, de Jane Austen. Se echa mano de él, faute de mieux, se le coge el gusto; se hacen descubrimientos que de lo contrario nunca se habrían hecho.

En Inglaterra, a diferencia de Prusia (“Aquí las familias pueden hacer café”), después de Trafalgar y Waterloo debió surgir en las clases medias y superiores un juste milieu que estaba vinculado a un muy fino equilibrio en cuestiones de moral, de orden de valores y de comportamiento.

Se comprende que los caracteres se mantengan dentro de determinados límites y que se buscara en vano excesos en lo demónico o lo erótico, o provocaciones como en el caso de Oscar Wilde. Antes bien, lo que se encuentra es un clima en la sociedad como lo hay en Stifter en la naturaleza.

Una sola palabra imprudente es sopesada y criticada a lo largo de páginas y páginas. En esos salones los héroes y las heroínas no pueden destacar; la medida produce una nobleza de carácter no expuesta a pruebas excesivamente fuertes. En esa novela llama la atención que en sus quinientas páginas apenas se hable de trabajo. La sociedad vive o bien de sus propiedades, administradas por aparceros, o del capital, siendo preferible el heredado al adquirido. Es obvio que hay cocineros, cocheros, servidumbre; todos trabajan sin que nadie los vea, como los Heinzelmännchen, en una ocasión se menciona de pasada a un Butler. Frank Churchill no dice, por ejemplo: “He dicho a mi cochero que se presente allí con los caballos”, sino: “Mis caballos me esperan allí”.

Solo las institutrices participan en la vida de la familia. La enseñanza es sobre todo recreativa: música, dibujo, trabajos manuales, literatura. Se añade a ello la supervisión del comportamiento: la urbanidad que obra más por su continuidad que por intervenciones pedagógicas.


ERNST JÜNGER, Pasados los setenta III. Diarios (1981-1985), Tusquets, Barcelona, 2007, traducción de Carmen Gauger, págs. 319 y 320.

Cinco poemas de "Unicornio negro", de Audre Lorde, traducidos por Jimena Jiménez Real


LAS MUJERES DE DAN BAILAN CON ESPADAS EN LAS MANOS PARA SEÑALAR EL TIEMPO EN QUE ERAN GUERRERAS


Yo no caí del cielo
ni
descendí como plaga de langostas
a beber color y fuerza de la tierra
y no vengo como la lluvia
tributo o símbolo del devenir de la tierra
yo vengo como mujer
oscura y abierta
a veces caigo como la noche
suave
y terrible
solo cuando debo morir
para nacer de nuevo.

Yo no vengo como guerrera secreta
con una espada sin vaina en la boca
escondida tras la lengua
que corta mi garganta en insignias
militares con una sonrisa
mientras la sangre corre
garganta abajo y sale
por agujeros en los dos montes sagrados
de mi pecho.

Yo vengo como mujer
la que soy
expandiéndome por noches
risa y promesa
y calor oscuro
calentando lo que toco
que está vivo
consumiendo
solo
lo que ya murió.



LETANÍA PARA LA SUPERVIVENCIA

Para las que vivimos en la orilla
sobre el filo constante de la decisión
cruciales y solas
para las que no podemos disfrutar
los sueños pasajeros de la elección
que amamos en umbrales yendo y viniendo
en las horas entre amaneceres
mirando dentro y fuera
a un tiempo antes y después
buscando un ahora que pueda criar
futuros
como pan en las bocas de nuestros hijos
para que sus sueños no reflejen
la muerte de los nuestros;

Para las que
nos fue marcado el miedo
como una leve línea en el centro de la frente
aprendiendo a temer ya con la leche materna
pues por esta arma
la ilusión de encontrar seguridad
los de torpes pies esperando silenciarnos
Es para nosotras
este instante y este triunfo
Nunca se esperó que sobreviviéramos.

Y cuando sale el sol tememos
que no se quede
cuando el sol se pone tememos
que no salga por la mañana
cuando el estómago está lleno tememos
la indigestión
cuando el estómago está vacío tememos
no volver a comer nunca
cuando nos aman tememos
que el amor se desvanezca
cuando estamos solas tememos
que el amor nunca vuelva
y cuando hablamos tememos
que nuestras palabras no se oigan
ni sean bien recibidas
pero cuando callamos
aún tememos.

Así que es mejor hablar
recordando
que nunca se esperó que sobreviviéramos.



NOTA ESCOLAR

Mis hijos juegan con calaveras
pues sus clases las vigilan hechiceros
que gritan cuando las paredes se derrumban
como papel de baño
brujos rollizos pronuncian viejas maldiciones
en una lengua no instruida
examinan a los niños de su sentido
asignan notas
en un holocausto que oscila
entre la furia y el desprecio.

Mis hijos juegan con calaveras
en la escuela
ya han aprendido
a soñar la muerte
sus patios son cementerios
donde las pesadillas del no
salvaguardan tierras prestadas
llenas de huesos del mañana.

Mis hijos juegan con calaveras
y recuerdan
que para el asediado
no hay lugar
que no pueda ser
hogar
ni que lo sea.



Y QUÉ PUEDES ENSEÑAR TÚ A MI HIJA

A qué te refieres
no, no, no
no tienes derecho
a saber
cuántas veces
erigimos a la otra
como refugio
contra el frío
y hasta mi hija sabe
que lo que sabes
puede dolerte
dice sus noes
y le duele
dice
cuando habla de liberación
habla de liberarse
de ese dolor
que ella sabe
lo que sabes
puede doler
pero lo que no
sabes
puede matarte.



LA HERMANA LA EXTRANJERA

Nacimos en un tiempo pobre
sin tocar nunca
el hambre de la otra
sin compartir nunca
nuestros mendrugos
por miedo a
que el pan se hiciera enemigo.

Hoy criamos a nuestras hijas
en el respeto por sí mismas
y por las otras.

Hoy has hecho a la soledad
sagrada y útil
y ya no la necesitas
hoy
tu luz brilla muy fuertemente
pero quiero
que sepas
que tu oscuridad es también
rica
y trasciende el miedo.



AUDRE LORDE, El unicornio negro, Ediciones Torremozas, Madrid, 2019, traducción de Jimena Jiménez Real. 

Una reflexión de Sophia Tolstaia


Los biógrafos de mi marido contarán cómo ayudaba a los trabajadores a cargar cubos de agua, pero nadie sabrá que nunca le dio un respiro a su esposa y que nunca, en todos estos 32 años, le dio un vaso de agua a su hijo ni pasó cinco minutos a su lado para darme la oportunidad de descansar un poco.


SOPHIA TOLSTAIA, fragmento de su diario recogido por Zoë Heller en su respuesta a la pregunta Is the Writer's Only Responsability to His Art?, The New York Times, 19 de enero de 2016, traducción de Google Translate + Mary Crónica, toda la respuesta AQUÍ

NOTA DE LA ADMINISTRACIÓN: Del matrimonio entre Sophia y Lev Tolstòi nacieron trece hijos, de los que solo cinco llegaron a adultos.

Simone de Beauvoir: "Mis apetitos eran mayores de lo que yo hubiera querido"


La extravagante y turbia alianza entre Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir duró cincuenta y un años. Ambos disfrutaron de diferentes amantes, generalmente jóvenes discípulas que acostumbraban a compartir. Se trataban entre ellos de usted y nunca llegaron a vivir juntos. A menudo elegían cuartos contiguos en los hoteles o vivían en apartamentos separados dentro del mismo barrio parisino. No se sabe claramente cómo Sartre llegó a engatusarla y mantener su dominio durante tanto tiempo; su control sobre ella era fundamentalmente de carácter intelectual. Según Paul Johnson, Sartre pensaba en las mujeres en términos de victoria y ocupación. En los últimos años han visto la luz cartas y otros papeles íntimos que revelan nuevos y sorprendentes matices de la personalidad de ambos. La correspondencia entre la feminista Simone y el padre del existencialismo, que el propio Sartre quería ver publicada después de su muerte, nos muestra una imagen del autor de El ser y la nada no excesivamente favorecedera, por no decir bastante ruin. También la guapa e inteligente Simone resulta ser una mujer mucho más vulnerable y frágil de lo que permitía intuir su ideología feminista y su aspecto de mujerona fría y voluntariosa. Sin embargo, desde joven supo que "mis apetitos físicos eran mayores de lo que yo hubiera querido" y descubrió entonces que, ante la llamada del cuerpo, cualquier hombre serviría, lo que parece turbador. Pasión y cabeza se enfrentaban. Fue esta lucha, según escribe Appignanesi, lo que "la condujo a sus tempranas relaciones homosexuales, a menudo durante las ausencias de Sartre".

Simone era una mujer altiva, y se consideraba superior a casi todo el mundo menos a Sartre. Su talón de Aquiles fue, única y exclusivamente, "su querido pequeño" Sartre. De hecho, no tuvo ningún reparo en sacrificar su amor transatlántico y maduro con el escritor norteamericano Nelson Algreen cuando Sartre le pidió que regresara a Francia para ayudarle a corregir un manuscrito. Simone, sin pensarlo dos veces, acudió a la llamada de su amado amo, dejando atónito y compungido a Algreen. El escritor norteamericano fue una de sus muchas víctimas; murió a los setenta y dos años debido al sofocón que le produjo el impudor y el mal uso que Simone había dado a su relación, publicándola en sus memorias y convirtiéndola en novela en Los mandarines, obra que obtuvo el Premio Goncourt.


PAULA IZQUIERDO, Sexoadictas o amantes, Belacqva, Barcelona, 2007, págs. 132 y 133.


Berger sobre Sontag


Susan Sontag era una artista, y además una mujer solidaria; recuerda lo que hizo en Sarajevo; siempre tuvo interés por los demás. Su egocentrismo es el egocentrismo natural de los artistas. Sin ego, ¿qué hace un artista? Necesita el ego para caminar, para respirar. La literatura es el ego escrito.


JOHN BERGER, recogido por Juan Cruz Ruiz en Egos revueltos, Tusquets, Barcelona, 2010, pág. 394.

Dos poemas de "La tierra más ajena", de Ajejandra Pizarnik


REMINISCENCIAS


y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números giran insidiosos
ennegreciendo las confituras
y el tiempo estranguló mi estrella
caminaba trillada sobre pozo oscuro
los brillos lloraban a mis verdores
y yo miraba y yo miraba
y el tiempo estranguló mi estrella
recordar tres rugidos de
tiernas montañas y radios oscuras
dos copas amarillas
dos gargantas raspadas
dos besos comunicantes de la visión de
una existencia a otra existencia
dos promesas gimientes de
tremendas locuacidades lejanas
dos promesas de no ser de sí ser de no ser
dos sueños jugando la ronda del sino en
derredor de un cosmos de
champagne amarillo blanquecino
dos miradas cerciorando la avidez de una
estrella chiquita
y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números ríen en volteretas desabridas
muere uno
nace uno
y el tiempo estranguló mi estrella
sones de nenúfares ardientes
desconectan mis futuras sombras
un vaho desconcertante rellena
mi soleado rincón
la sombra del sol tritura la
esfinge de mi estrella
las promesas se coagulan
frente al signo de estrellas estranguladas
y el tiempo estranguló mi estrella
pero su esencia existirá
en mi intemporal interior
brilla esencia de mi estrella!



POEMA A MI PAPEL

leyendo propios poemas
penas impresas trascendencias cotidianas
sonrisa orgullosa equívoco perdonado
es mío es mío es mío!!
leyendo letra cursiva
latir interior alegre
sentir que la dicha se coagula
o bien o mal o bien
extrañeza de sentires innatos
cáliz armonioso y autónomo
límite en dedo gordo de pie cansado y
pelo lavado en rizosa cabeza
no importa:
es mío es mío es mío!!


ALEJANDRA PIZARNIK (Buenos Aires, 1936-1972), La tierra más ajena, Poesía completa, Lumen, Barcelona, 2005, págs. 7-34.


71 frases y fragmentos sobre ateísmo


• • • Tener fe es dudar. 
EMILY DICKINSON

• • • Que nunca vaya a volver es lo que hace esta vida tan dulce.
EMILY DICKINSON

• • • La vida después de la muerte es tan improbable como el sexo después del matrimonio. 
MADELEINE KAHN

• • • En la iglesia, la música sagrada nos hace a todos creyentes, pero los predicadores se encargan de restablecer el equilibrio.
MIGNON MCLAUGHLIN

• • • Muchos sermones me suenan a anuncios. Pero no distingo si Dios es el anunciante o el producto. 
MIGNON MCLAUGHLIN

• • • Un tirano omnipotente que todo lo sabe no es tan diferente de los dictadores terrenales que hacen de todo y de todos meros engranajes en la máquina que controlan. Un ateísmo que rechaza a un Dios así está ampliamente justificado.
KAREN ARMSTRONG

• • • La Biblia y la iglesia han sido el mayor obstáculo en el camino de la emancipación de las mujeres. ELIZABETH CADY STANTON

• • • Cuando las mujeres entiendan que los gobiernos y las religiones son invenciones humanas; que las Biblias, los libros de oraciones, los catecismos y las letras encíclicas son todas emanaciones de los cerebros del hombre, ya no serán oprimidas por los mandatos que les llegan con la autoridad divina de "Así dice el Señor".
ELIZABETH CADY STANTON

• • • Puedes recorrer el mundo y descubrirás que cada forma de religión que ha soplado sobre esta tierra ha degradado a la mujer. ¿Qué poder hace que la mujer hindú se queme en la pira funeraria de su marido? Su religión. ¿Qué retiene a la mujer turca en el harén? Su religión. ¿Por qué poder los mormones perpetúan su sistema de poligamia? Por su religión.
ELIZABETH CADY STANTON

• • • Las personas más felices que he conocido eran aquellas que no tenían ninguna preocupación por su alma, aquellas que ponían su mejor empeño en mitigar las desgracias de los demás.
ELIZABETH CADY STANTON

• • • La lectura de la Biblia me hizo atea.
RUTH HURMENCE GREEN

• • • Vamos a suponer que nunca has oído hablar de la Cristiandad. Supongamos que el próximo domingo por la mañana un extraño, de pie desde un púlpito te menciona un libro de autores cuya autenticidad no ha sido comprobada y cuyo contenido, escrito cientos de años atrás, incluye leyendas de matanzas e intrigas que hielan la sangre, fábulas de incidentes poco naturales, como nacimientos virginales, demonios que habitan cuerpos humanos y hablan, gente que resucita de la muerte y que asciende viva hacia las nubes, y soles que se detienen. Supón que te pidiera que creyeras que el hombre con poca o ninguna educación que describe ese libro era un dios que cuando tú murieras te podría llevar a un lugar de eterna fantasía llamado Cielo. ¿Podrías tú, como una persona inteligente y racional siquiera molestarte en leer esas tonterías, y hasta dejar que ese libro moldeara tu vida entera?
RUTH HURMENCE GREEN

• • • La "familia cristiana" debería llamarse “fantasía cristiana".
RUTH HURMENGE GREEN

• • • Como al 97% de los cristianos seglares, me habían enseñado que la Biblia era un libro bueno y Jesús un hombre maravilloso. Creo que la sacudida que sufrí fue peor que el trauma ocasionado por la enfermedad. La ignorancia supersticiosa, la atroz crueldad humana, la obvia derivación de la mitología, y sobre todo, la depravación de las personalidades bíblicas –me dejaron atónita.
RUTH HURMENCE GREEN 

• • • Estudié cada página de este libro, y no encontré suficiente amor para llenar un salero. Dios no es amor en la Biblia; Dios es venganza de alfa a omega.
RUTH HURMENGE GREEN

• • • Hubo un tiempo en que la religión gobernaba el mundo. A esa época se la conoce como los Años Oscuros.
RUTH HURMENGE GREEN

• • • Lo natural es tan imponente que no necesitamos ir más allá.
RUTH HURMENGE GREEN

• • • Estoy convencida de que a los niños no debería sometérseles a la aterradora religión cristiana. Profana su dulce inocencia presentarles episodios de exquisita angustia y embrutecen su sensibilidad las descripciones de crueldades que ni la mente de un adulto quiere contemplar. Por último, sugiere a la conciencia impresionable de los jóvenes que la violencia y derramamiento de sangre son métodos autorizados de mejorar al mundo y que la salvajada pagana del sacrificio humano es el gesto más amoroso de todos los tiempos.
RUTH HURMENCE GREEN

• • • Hoy la evolución de la inteligencia humana nos ha llevado a la etapa en la que la mayoría de nosotros somos demasiado inteligentes para inventar nuevos dioses pero somos reacios a renunciar a los antiguos.
RUTH HURMENGE GREEN

• • • Le hablo a Dios pero el cielo está vacío.
SYLVIA PLATH

• • • "Sin los dioses, ¿cómo cantaría?" —pregunté. “Con tu propia voz ", —dijo.
ERICA JONG

• • • Pretendemos que hay dioses y que se preocupan por nosotros. Es una falsedad reconfortante.
ERICA JONG

• • • Nadie es ateo en un avión atrapado en la turbulencia de una tempestad.
ERICA JONG

• • • En cuanto a la verdad, la justicia y la fidelidad, ¿quiénes han sido sus valientes exponentes y audaces proclamadores? Casi siempre los impíos, los ateos: vivieron, lucharon y murieron por ellas. 
EMMA GOLDMAN

• • • No creo en Dios porque creo en el hombre. Con todos sus errores, el hombre se ha pasado miles de años trabajando para deshacer la chapuza que hizo Dios.
EMMA GOLDMAN

• • • Aunque creo que el universo fue creado por el Big Bang en lugar de por un Dios que disparaba polvo mágico con la punta de sus dedos, mi universo no contiene menos estrellas. 
MEGGIE ROYER

• • • Si vamos a enseñar “la ciencia de la creación”… como una alternativa a la evolución, también debemos enseñar “la teoría de la cigüeña” como una alternativa a la reproducción biológica.
JUDITH HAYES

• • • El relato bíblico del Arca de Noé y del Diluvio es tal vez la más inverosímil historia que pueden defender los integristas. Por ejemplo, al llenar el arca, ¿en qué parte de Palestina encontró Noé pingüinos y osos polares?
JUDITH HAYES

• • • No puedo enfadarme con Dios, no creo en él.
SIMONE DE BEAUVOIR

• • • Lejos de que la ausencia de Dios autorice toda licencia, al contrario, el que el hombre esté abandonado sobre la tierra es la razón de que sus actos sean compromisos definitivos.
SIMONE DE BEAUVOIR

• • • No me acuerdo dónde leí que un cazador esquimal le preguntó a un misionero: “Si no sé nada sobre Dios y el pecado, ¿iré al infierno? “No –le dijo el misionero–. No irás por no saber nada.” “Entonces, ¿por qué me cuenta nada?".
ANNIE DILLARD

• • • Una vez que le quitas al Nuevo Testamento lo milagroso y lo muy improbable, ¿qué queda? 
GEORGE ELIOT

• • • Dice la vieja religión: “Que el cielo nos asista”. La nueva, como no cree en esta fe, nos enseña más a ayudarnos los unos a los otros.
GEORGE ELIOT

• • • La infancia… está llena de pesares cuyo significado es desconocido. Los cólicos, la tos ferina, el miedo a los fantasmas, para no mencionar el Infierno y Satán, y una deidad ofendida en el cielo, que se enfada cuando quiero comer demasiado pastel.
GEORGE ELIOT

• • • Una cosa que no me preocupa es si Dios existe o no. Pero sí que pienso que Dios tiene alzheimer y que se ha olvidado de que los que existimos somos nosotros.
JANE WAGNER

• • • Creo que nuestra obligación es mejorar la vida porque esa es nuestra obligación para con los demás como seres humanos. Nada que ver con recompensas eternas ni castigos infernales.
SUSAN JACOBY

• • • Maravilla ver cuánto tiempo pasan las buenas gentes luchando contra el mal. Si solo emplearan esa misma energía en amar a sus semejantes, el diablo se moriría de aburrimiento. 
HELEN KELLER

• • • Soy atea y ya está. Creo que no hay nada en qué creer, excepto en ser amable con los demás y hacer lo que podamos por ellos.
KATHERINE HEPBURN

• • • El ateísmo es tomar plena conciencia de que no hay ninguna niñera con la que puedas contar. Cuando consigues un buen niñero o niñera, al poco tiempo se va. El ateísmo es darse cuenta de que no son sólo las niñeras las que vienen y van. Toda la vida es así. Ésa es la verdad, y la verdad resulta incómoda.
PEMA CHÖDRON

• • • Esta religión te llena de ideas de culpa por las experiencias humanas más comunes, generalmente relacionadas con el sexo. En esta sala, ahora mismo, cada uno de ustedes, en sus propias vidas, ha sentido vergüenza por el hecho de que se han masturbado. La masturbación no es pecaminosa. Si se siente bien, hazlo. Tienes mi bendición, y tú mismo sabes cómo te relaja.
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • Dos manos trabajando pueden hacer más que mil juntas en oración.
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • Marx estaba equivocado: el opio de las masas no es la religión, es el béisbol.
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • El ateo cree que debería construirse un hospital en vez de una iglesia. El ateo cree que se debe realizar una acción en vez de rezar una plegaria. El ateo lucha por involucrarse en la vida, no escaparse hacia la muerte. Quiere que la enfermedad sea sometida, la pobreza derrotada y la guerra eliminada. 
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • Un ateo es una persona que cuestiona todo tipo de autoridad. Un ateo es una persona que se coloca ante una idea autoritaria o una estructura de autoridad y le pregunta: ¿de dónde procede su autoridad y por qué debería ser obediente con usted?
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • Les dije a mis hijos que solo quiero tres palabras en mi lápida: Mujer, atea, anarquista. Esa soy yo. 
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • El ateísmo puede definirse como la actitud mental que acepta sin reservas la supremacía de la razón y tiene como objetivo establecer un estilo de vida y una perspectiva ética verificables por la experiencia y el método científico, independientemente de todos los supuestos arbitrarios de autoridad y credos. 
MADALYN MURRAY O’HAIR

• • • Tantos dioses, tantos credos Tantos senderos que dan vueltas y más vueltas Mientras que el arte de ser bondadoso Es todo lo que necesita este triste mundo
ELLA WHEELER WILCOX

• • • He muerto como viví, como un espíritu libre, como una anarquista, sin deber ninguna lealtad a las leyes, ni a las terrenales, ni a las divinas.
VOLTAIRINE DE CLEYRE

• • • Soy atea, y si un ateo y un Papa piensan las mismas cosas, debe haber algo verdadero. Debe haber alguna verdad humana que está más allá de la religión.
ORIANA FALLACI

• • • Dios es un contenedor para todo lo que no entendemos.
BETTY SUE FLOWERS

• • • Si la devoción por la verdad es el sello de la moralidad, entonces no hay una forma de devoción más importante, noble y heroica que el hecho de que un hombre asuma la responsabilidad de pensar… El supuesto atajo que es la fe cortocircuita la mente.
AYN RAND

• • • Soy una atea intransigente, pero no una atea militante. Esto significa que abogo por la Razón sin compromisos de ningún tipo y que lucho a favor de la Razón, no contra la religión. Debo también mencionar que respeto a la religión en sus aspectos filosóficos, en el sentido en que representa una forma temprana de filosofía.
AYN RAND

• • • Creo que no necesito más fe que mi fe en los seres humanos, como el bueno de Confucio. Estoy tan fascinada por la maravilla que es la Tierra y la vida que alberga que no puedo pensar en el Cielo ni en los ángeles.
PEARL S. BUCK

• • • Todas las religiones son lo mismo. La religión es básicamente culpa, con diferentes días de fiesta. 
CATHY LADMAN

• • • Desconfío de aquellos que saben tan bien lo que Dios quiere que hagan, porque veo que eso a menudo coincide con sus propios deseos.
SUSAN B. ANTHONY

• • • Millones de personas que aspiran a la inmortalidad no saben qué hacer consigo mismos una tarde lluviosa de domingo.
SUSAN ERTZ

• • • Veo la vida como un baile. ¿Un baile ha de tener significado? Uno baila porque disfruta.
JACKIE MASON

• • • ¿No es posible que la actitud pasiva que tanto prevalece en el islam —el insh’Allah o «si Dios quiere»— afecte también a la energía de la población y su voluntad de cambiar o mejorar el mundo? Si uno cree que Alá lo tiene todo predestinado y que la vida terrenal no es más que una antesala del más allá, ¿acaso esta creencia no guarda relación con el fatalismo que tan a menudo refuerza la pobreza? 
AYAAN HIRSI ALI

• • • Una noche en el hotel griego me miré al espejo y dije en voz alta: «No creo en Dios». Lo dije lentamente, articulando bien las palabras, en somalí. Me sentí aliviada. Me sentí bien. No hubo dolor, sino una gran claridad. El largo proceso de ver las fallas en la estructura de mi creencia y rodear de puntillas sus esquinas raídas de las que ya se habían caído partes enteras, pieza a pieza, todo eso había quedado atrás. Los ángeles que vigilaban sobre mis hombros; la tensión mental que sentía al mantener relaciones sexuales sin estar casada, al beber alcohol, al no observar ningún deber religioso, todo eso se lo había llevado el viento. La omnipresente perspectiva de abrasarme en el infierno desapareció y mi horizonte parecía más amplio. Dios, Satán, los ángeles: todo era producto de la imaginación. A partir de ahora podía pisar con firmeza el suelo que había bajo mis pies y orientarme con ayuda de mi razón y mi amor propio. Mi brújula moral estaba en mi interior y no en las páginas de un libro sagrado.
AYAAN HIRSI ALI

• • • Quería alcanzar los mismos objetivos que la religión —ser una persona mejor y más generosa— pero sin anular mi voluntad ni forzarla a obedecer reglas inhumanas No mentiría más, ni a mí misma ni a los otros. Estaba harta de mentiras. Ya no tenía miedo al más allá.
AYAAN HIRSI ALI

• • • Expliqué que el islam era como una jaula mental. Primero, cuando abres la puertecilla, el pájaro enjaulado permanece dentro: tiene miedo. Ha interiorizado su cautiverio. El pájaro necesita tiempo para mentalizarse y escapar, por mucho que alguien haya abierto la puertecilla de la jaula.
AYAAN HIRSI ALI

• • • No me sentía con la fuerza suficiente para afrontar lo que ocurriría si declaraba en voz alta que ya no creía. Para un musulmán no hay nada peor que la apostasía. Los cristianos pueden dejar de creer en Dios; es un asunto personal que sólo afecta a su alma eterna. Pero para un musulmán dejar de creer en Alá es una ofensa mortal. Los apóstatas merecen la muerte: sobre esto el Corán y el hadiz son claros. 
AYAAN HIRSI ALI

• • • ¿Cómo cambiaría el mundo? Deshacerse de la religión sería un buen comienzo, ¿no?
BJÖRK

• • • Durante siglos los líderes del pensamiento cristiano hablaron de las mujeres como un mal necesario, y los más grandes santos de la iglesia son aquellos que desprecian más a las mujeres.
ANNIE WOOD BESANT

• • • La posición del ateo es clara y razonable. No sé nada de Dios y, por lo tanto, no creo en Él ni en él. Lo que me dices sobre tu Dios es contradictorio y, por lo tanto, increíble. No niego a Dios, que es una lengua desconocida para mí; sí niego a tu Dios, que es imposible. Estoy sin Dios.
ANNIE WOOD BESANT

• • • La adoración al sol y las formas puras de adoración de la naturaleza eran, en su día, religiones nobles, altamente alegóricas pero llenas de profunda verdad y conocimiento.
ANNIE WOOD BESANT

• • • El nacimiento de la ciencia dictó la sentencia de muerte de un Poder Supremo arbitrario y constantemente interviniente.
ANNIE WOOD BESANT

• • • Ninguna filosofía, ninguna religión, ha traído un mensaje tan alegre al mundo como esta buena noticia del ateísmo.
ANNIE WOOD BESANT

• • • El cerebro humano tiene la capacidad única de dudar de la realidad que se le presenta, de comprender la disonancia entre las ideas y la verdad del mundo circundante. Dios lo sabe y eso le enfurece. Le aterroriza.
AUTUMN CHRISTIAN

• • • Hay dos ateos, uno de los cuales es una purificación de la noción de Dios.
SIMONE WEIL

• • • No hay respuesta. No hay que buscar ninguna respuesta. Nunca ha habido una respuesta. Ésa es la respuesta.
GERTRUDE STEIN