EL
pájaro de fuego
de mi mente enferma,
este gorrión
gris
que vive en lo profundo
y me hace temblar
con su
continuo pío
pues parece inerme,
necesitado de amor,
a
veces tiene una voz
tan tierna y nueva
que bajo su
triunfo
dicto el poema.
HOJAS
BLANCAS
XVIII
Las
hojas blancas son la desmesura del alma
y sobre este sabor
agridulce
querré un día morir,
porque la hoja blanca es
violenta.
Violenta como una bandera,
un abismo de
fuego,
y así me compongo
letra a letra a lo infinito
para
que alguien me lea
pero que nadie aprenda nada
porque la
vida es un sorbo, y sorbo
de vida las hojas blancas
desmesura
del alma.
ARRANCAD la poesía del canto,
el
árbol de las voces,
las quimeras del sueño,
arrancadme a
mí de mí misma,
para que vea mi corazón, latido
sanguíneo
y dulce,
bajar al valle.
Mis misterios fueron los de
Orfeo
y de otros pitagóricos ascetas
con su mensaje de
paz
por pantanos deshechos.
AL VIEJO
manicomio
te acercabas de niño
y me traías siempre
una
glicina de laurel
jugabas con los locos
fingiéndolos
ladrones
oh bien nacido hermano
que no distingues nunca
el
pecado del ocio
entre amor y espada.
ALDA MERINI, antologada y traducida por Emilio Coco en El fuego y las brasas: Poesía Italiana Contemporánea, Sial, Madrid, 2001, págs. 69-73.