martes, 30 de septiembre de 2025

Djuna Barnes se maquillaba para escribir


En su biografía sobre Djuna Barnes, La formidable Djuna Barnes, Andrew Field relata un episodio acaecido en 1937 en que la escritora estadounidense, residente en Londres, se esfumó durante una larga temporada sin dejar rastro ni responder a las llamadas. Preocupados por su ausencia y su salud, una noche dos amigos de la autora treparon a gatas con dificultad por los tejados del edificio del número sesenta de Old Church Street donde ella residía, con el fin de asomarse a la claraboya y asegurarse de que al menos seguía con vida. A través de los cristales, espiaron a Djuna Barnes en la intimidad de su apartamento, y comprobaron con alivio que ella se encontraba allí, sana y salva.

La vieron en su cuarto, maquilladísima, envuelta en un salto de cama, con una botella de ginebra en la mano, dirigiéndose al dormitorio. Los dos hombres procedieron a retirarse discretamente al suponer una cita amorosa, cuando se quedaron atónitos al ver que la escritora se metía sola en la cama rodeada de papeles manuscritos y se ponía a escribir. Dicho con otras palabras: sorprendieron a Djuna Barnes en el momento de acostarse con la Literatura.

Es una imagen poderosa, porque, ¿cabe imaginar mejor amante?


ELOY TIZÓN, Herido leve, Páginas de Espuma, Madrid, 2019, págs. 39 y 40.