Durante semanas, las frecuentes cartas estuvieron llenas de reflexiones y análisis literarios, que no escondían sin embargo las pasiones y debilidades de aquellas dos almas tan cercanas. Poco a poco, Elizabeth aprendió a confiar en Robert, y comenzó a hacerle confesiones más íntimas. Pero se resistió a que él la visitase. Estaba su timidez, desde luego. Y el miedo a perturbar al padre-ogro con la amistad de un joven soltero y atractivo. Pero también, quizá, el temor a decepcionarle: ya no era una mujer joven, y la enfermedad y los largos años de reclusión seguramente habían deteriorado su aspecto. Por mucho que viviera al margen de la vanidad, debió de costarle un gran esfuerzo enfrentarse a la mirada de un hombre admirado y admirador.
ÁNGELES CASO, Quiero escribirte esta noche una carta de amor: la correspondencia pasional de quince grandes escritoras y sus historias, Lumen, Barcelona, 2019.