miércoles, 1 de octubre de 2025

Cinco poemas de "Unicornio negro", de Audre Lorde, traducidos por Jimena Jiménez Real


LAS MUJERES DE DAN BAILAN CON ESPADAS EN LAS MANOS PARA SEÑALAR EL TIEMPO EN QUE ERAN GUERRERAS


Yo no caí del cielo
ni
descendí como plaga de langostas
a beber color y fuerza de la tierra
y no vengo como la lluvia
tributo o símbolo del devenir de la tierra
yo vengo como mujer
oscura y abierta
a veces caigo como la noche
suave
y terrible
solo cuando debo morir
para nacer de nuevo.

Yo no vengo como guerrera secreta
con una espada sin vaina en la boca
escondida tras la lengua
que corta mi garganta en insignias
militares con una sonrisa
mientras la sangre corre
garganta abajo y sale
por agujeros en los dos montes sagrados
de mi pecho.

Yo vengo como mujer
la que soy
expandiéndome por noches
risa y promesa
y calor oscuro
calentando lo que toco
que está vivo
consumiendo
solo
lo que ya murió.



LETANÍA PARA LA SUPERVIVENCIA

Para las que vivimos en la orilla
sobre el filo constante de la decisión
cruciales y solas
para las que no podemos disfrutar
los sueños pasajeros de la elección
que amamos en umbrales yendo y viniendo
en las horas entre amaneceres
mirando dentro y fuera
a un tiempo antes y después
buscando un ahora que pueda criar
futuros
como pan en las bocas de nuestros hijos
para que sus sueños no reflejen
la muerte de los nuestros;

Para las que
nos fue marcado el miedo
como una leve línea en el centro de la frente
aprendiendo a temer ya con la leche materna
pues por esta arma
la ilusión de encontrar seguridad
los de torpes pies esperando silenciarnos
Es para nosotras
este instante y este triunfo
Nunca se esperó que sobreviviéramos.

Y cuando sale el sol tememos
que no se quede
cuando el sol se pone tememos
que no salga por la mañana
cuando el estómago está lleno tememos
la indigestión
cuando el estómago está vacío tememos
no volver a comer nunca
cuando nos aman tememos
que el amor se desvanezca
cuando estamos solas tememos
que el amor nunca vuelva
y cuando hablamos tememos
que nuestras palabras no se oigan
ni sean bien recibidas
pero cuando callamos
aún tememos.

Así que es mejor hablar
recordando
que nunca se esperó que sobreviviéramos.



NOTA ESCOLAR

Mis hijos juegan con calaveras
pues sus clases las vigilan hechiceros
que gritan cuando las paredes se derrumban
como papel de baño
brujos rollizos pronuncian viejas maldiciones
en una lengua no instruida
examinan a los niños de su sentido
asignan notas
en un holocausto que oscila
entre la furia y el desprecio.

Mis hijos juegan con calaveras
en la escuela
ya han aprendido
a soñar la muerte
sus patios son cementerios
donde las pesadillas del no
salvaguardan tierras prestadas
llenas de huesos del mañana.

Mis hijos juegan con calaveras
y recuerdan
que para el asediado
no hay lugar
que no pueda ser
hogar
ni que lo sea.



Y QUÉ PUEDES ENSEÑAR TÚ A MI HIJA

A qué te refieres
no, no, no
no tienes derecho
a saber
cuántas veces
erigimos a la otra
como refugio
contra el frío
y hasta mi hija sabe
que lo que sabes
puede dolerte
dice sus noes
y le duele
dice
cuando habla de liberación
habla de liberarse
de ese dolor
que ella sabe
lo que sabes
puede doler
pero lo que no
sabes
puede matarte.



LA HERMANA LA EXTRANJERA

Nacimos en un tiempo pobre
sin tocar nunca
el hambre de la otra
sin compartir nunca
nuestros mendrugos
por miedo a
que el pan se hiciera enemigo.

Hoy criamos a nuestras hijas
en el respeto por sí mismas
y por las otras.

Hoy has hecho a la soledad
sagrada y útil
y ya no la necesitas
hoy
tu luz brilla muy fuertemente
pero quiero
que sepas
que tu oscuridad es también
rica
y trasciende el miedo.



AUDRE LORDE, El unicornio negro, Ediciones Torremozas, Madrid, 2019, traducción de Jimena Jiménez Real.