martes, 30 de septiembre de 2025

Madame de Staël replica tres veces a Napoleón Bonaparte


Benjamin Constant le recuerda ahora, ya en tono relajado, incluso jocoso, el controvertido debate que ella mantuvo con Napoléon y que fue probablemente la gota de agua que rebosó el vaso de la paciencia de este.

—Si la cuestión no hubiera acabado con tu lamentable destierro, la verdad es que tuvo gracia la anécdota. Ponte en la mente de un dictador como él, con todas sus inseguridades intelectuales, sobre todo frente a ti y lo que tú representabas en París... Y te atreves a contradecirle cuando expones sus planes políticos con respecto a la nueva legislación. Porque le replicaste no una, sino tres veces seguidas y con contundencia. ¿Cómo esperabas que reaccionara?

Germaine aparta la mirada de la ventana y la posa en su amante. Es cierto lo que él dice, ahí ella calculó mal, sobrevaloró la solidez de su posición social en París. Para Napoleón nadie es intocable. Dos caracteres fuertemente narcisistas, destinados a chocar. Y cuando se produjo el choque, quien estaba en la posición de mayor poder era sin duda él. Pero en estos momentos, el recuerdo no puede por menos que producirles a ambos cierta gracia. Porque la tuvo. Y recuerdan la situación. Cuando Napoleón le dijo tras su tercera réplica:

—Discrepo con usted, señora, pero en cualquier caso, no me gusta nada que las mujeres opinen de política.

Ella no pudo aguantarse y respondió:

—Pues, sire, deberíais reconocer que en un país donde a las mujeres se les corta la cabeza, estas tienen por lo menos el derecho de saber cuál es el motivo.


EUGENIA TUSQUETS / SUSANA FROUCHTMANN, La pasión de ser mujer, Circe, Barcelona, 2015, pág. 45.