Porque soy así,
de vino triste,
los amigos me rodean
guardan mis espaldas,
del mar, del mal.
Antes del tiempo justo
deserté.
Nacido en julios falsos
poco de mí quedaba ya
cuando llamaron a degüello.
Viejos clanes sonaban sus fanfarrias,
mi vino era triste,
mi amiga, visceral,
errantes navegaciones,
velas errantes,
sin carta, la eché a navegar.
Preguntaron por mí los generales.
ARMADOR
Aquel que construye un barco, una mujer.
En el bosque, selecciona la madera, seducido
por el olor de su corteza, la resistencia del duramen,
la blandura de la pulpa,
y suavemente lo va descortezando,
con dulces tirones arrancándole la piel,
después lo moja,
lo arrastra por la arena,
lo lleva al mar;
en la soledad murmuradora de la playa
-aves que gritan y hacen el amor,
olas que rumian arribando,
hoyos que dejaron los amantes y el agua no cubrió-
con el hacha le abre
una herida profunda que lo parte en dos
-por donde toda virginidad fluye-
y eligiendo la mejor mitad
erige el palo mayor,
aquel que sostendrá la arboladura
izará banderas
señalará la mujer.
CRISTINA PERI ROSSI (Montevideo, 1941), Descripción de un naufragio, Poesía reunida, Lumen, Barcelona, 2005, págs. 101-192.
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