martes, 30 de septiembre de 2025

Un poema de "Los versos de odio", de Dorothy Parker, traducido por Guillermo López Gallego y Cecilia Ross


HOMBRES

CANCIÓN DE ODIO


Odio a los Hombres;
me sacan de quicio.

I


Están los Pensadores Serios:
debería existir una ley contra ellos.
Ven la vida, como a través de gafas con montura de carey, de color oscuro.
Siempre los ves pasándose la mano cansada
por el pálido ceño.
Hablan sobre la Humanidad
como si acabaran de inventarla:
tienen que estar todo el tiempo ayudándola a seguir adelante.
Se deleitan con las huelgas
y eternamente están organizando peticiones.
Están haciendo una cosa maravillosa para el Gran Populacho:
están viviendo allá abajo entre ellos.
Apenas si pueden esperar
a que 
Las masas llegue a los quioscos,
y leen todas aquellas novelas rusas...
Los superventas del sexo.

II


Están los Trogloditas:
los Especímenes de la Virilidad de Sangre Roja.
Comen todo muy poco hecho,
no salen apenas de sus baños fríos,
y quieren que todos toquen sus músculos.
Hablan en voz muy alta,
usando palabras cortas y anglosajonas.
Van por allí abriendo ventanas,
y dan palmadas en la espalda de las personas,
y les dicen que lo que les hace falta es ejercicio.
Siempre están a punto de ir andando hasta San Francisco,
o de cruzar el océano en velero
o de atravesar Rusia en trineo...
¡Ruego a Dios que lo hagan!

III


Y luego están las Almas Sensibles
que se dedican al diseñor de interiores, por amor al Arte.
Siempre huelen ligeramente a vainilla
y echan gotas de sándalo a sus cigarrillos.
Constantemente se encuentran organizando bailes de disfraces
para poder ir
de algo sacado de 
Las mil y una noches.
Dan tés en sus estudios
donde la gente se sienta sobre cojines
y desea no haber asistido.
Miran a una mujer con languidez, con los ojos entrecerrados,
y le dicen, con tono suave y apasionado,
cómo se habría de vestir.
El color lo es todo para ellos... todo;
un tono de violeta incorrecto
les provoca una crisis nerviosa.

IV


Luego están los
que están Totalmente Inmersos En El Crimen.
Te cuentan que no han dormido
las últimas cuatro noches.
Frecuentan esas obras
en que las únicas frases buenas
son las del coro.
Van tambaleándose de un 
cabaret a otro,
y te dan cifras exactas de sus deudas de juego.
Aluden oscuramente al papel terrible
que el alcohol desempeña en su vida.
Y luego menean la cabeza
y dicen que corresponde al Cielo decidir qué va a ser de ellos...
¡Ojalá fuera yo el cielo!

Odio a los hombres;
me sacan de quicio.


DOROTHY PARKER, Los "versos de odio", Los poemas perdidos, Nórdica Libros, Madrid, 2013, traducción de Guillermo López Gallego y Cecilia Ross, págs. 298-303.